Palabras curando sueños, latiendo vida...: Seres Incondicionales

Lydia Díaz Arce

Lydia Díaz Arce

lunes, 28 de abril de 2014

Seres Incondicionales


Siempre les he tenido a mi alrededor, desde pequeña sentí su compañía, su cariño, su humildad, su falta de rencor,  su protección, su cuidado… su amor que no depende de nada, que va más allá de la ignorancia, de la educación a palos de la que se jactan  algunos trogloditas que irónicamente  dan sentido a la palabra “animal”(no pretendo ofender a nadie, es sólo lo que siento,  pero si es así que sepas que tu también me ofendes en cada maltrato). Por distintas y desafortunadas razones les he ido perdiendo, era pequeña y dolía, sufría, no lo entendía. Pero siempre volvía alguno, seguí creciendo con nuevos compañer@as de camino: Laika, Michel, Ronda, Canela… Y a la vez seguí  creciendo con el sentimiento de pérdida, llorando cada vez nuevos incondicionales, y  en cada lágrima mi corazón se distanciaba. “¡Ya no quiero más por favor, ya no más!” Pedí muchas veces, pero en el mundo de los machos cavernícolas hay que matar animales y servirse de otros animales para sentirse realizado (de nuevo lo siento, pero si te molestan mis palabras, mi dolor y mi sentido de la justicia están por delante de tu ofensa). Así que en mi vida volvía a aparecer un pequeño cachorro incondicional desnudo  de maldad, envuelto en lealtad, coleando alegría y de un colazo borrando tus problemas cada día al recibirte. Y siempre, siempre, sin pedir nada a cambio. Pero yo sin querer, me alejaba, fui convirtiéndome en el Abuelo de Heidi, huraña y negada.
 Fue entonces cuando aparecieron primero Chiruka, con su pelo revuelto y su sabiduría innata, después Xiva, juguetona y  traviesa,  llena de amor y juventud y poniendo a prueba cada día la paciencia de su compañera “la Chiru”.
Y yo me encontraba cómoda , a salvo, en ese alejamiento conveniente. Hasta que mi corazón se develó, se confesó culpable de quererlas, de sufrir por ellas sin condición, siguiendo el ejemplo de tantos maestros que pasaron por mi vida, de todos esos mis seres incondicionales.
Hoy Chiruka ya no está, y casi avergonzada lluevo por las esquinas, lato en gris, y sueño en condicional con recoger días pasados , con regalar más caricias y derribar escudos que nunca debieron estar.

Descansa en paz Chiru, gracias por tu amor, siempre tendrás el mío, igual de incondicional!!!