(En ti, en realidad, nada empezó y nada acabó...)
Paraíso desierto
Me
quedó por despertar tu horizonte en mí,
me faltó
fabricar recuerdos enamorando Madrid.
Me
sobró gente robándome la certeza de sentir
esa
mirada intensa haciéndose hueco entre mis piernas,
haciendo
temblar los cimientos de mis madrugadas
hasta
quebrarme en gemidos al pie de tu almohada.
Me
faltó todo y hoy me muero por vivirte sin prisa,
quiero
oír cómo suenan las cosquillas en tu risa
y
cómo se agrava tu voz con el dolor.
Quiero
quererte, quiero realidad,
quiero
volver a descubrirte en aquel bar…
pero
en su lugar sólo lleno lunas de imaginación
que
inventan lo que tu libertad no dio.
Y
noche tras día vacío de ron
el
fondo de mi esperanza
hasta
que el recuerdo se emborracha
y
vuelves a ser del reino de Fantasía, La Nada,
de la
deseada Interminable, sólo historia…
hasta
que pasas a ser un paraíso desierto en mi memoria.
El Laberinto del Minotauro
Entre una mirada y una voz
se encuentra extraviada mi orientación.
Dejó su presencia entre el espacio de dos,
en mi playa su huella solo estaba de paso,
pero nunca se llevó la marea su rastro.
Sigo notando como taladra su intención,
se abre paso en mis palabras, en la retina de mi deseo.
Como una luna sin su luz llenando cráteres de recuerdo,
estática, en la ingravidez sostenida sin sol le espero.
Me pierdo incapaz de borrar del Minotauro la mirada
que te arrastra con él al laberinto sin avisar la jugada,
y dejas de encontrar donde acaba el principio,
dónde empieza el final, y sólo queda el misterio,
un pulmón a medio respirar, un aire sin soñar,
un suspiro eterno … polvo de estrella fugaz.